
ORGANIZAR EL TIEMPO, en las diferentes etapas de nuestra vida (infancia-adolescencia)
ORGANIZAR EL TIEMPO
En las diferentes etapas de nuestra vida (infancia y adolescencia, etapa adulta y la tercera edad)
Primero vamos a hablar de la infancia, inculcar cierto orden y una disciplina específica es, a medio y largo plazo, una gran ayuda para el niño con problemas de atención, de planificación y de organización.
No podemos dejar que el niño se mueva en un entorno caótico si lo que vemos es que ese niño es todo caos y desorden. Así, organizando su tiempo y su espacio a diario le estamos ayudando de manera sutil, pero, a la larga, muy eficaz.
Tenemos que resaltar la importancia de organizar su tiempo en casa, después del colegio, de manera que organice sistemáticamente el tiempo dedicado a hacer deberes y a estudiar. Veremos a continuación en qué consiste exactamente esto de enseñarle al niño a gestionar su tiempo y cómo podemos ayudarles nosotros para que finalmente sea él quien aprenda a organizarse. Ese debe ser nuestro objetivo, conseguir que sea independiente en este aspecto.
No se trata de agobiarle y de colmar la tarde con tareas obligatorias sino más bien de lo contrario. Un niño despistado y desorganizado que no se sienta a empezar y terminar los deberes acaba teniendo siempre cosas pendientes de hacer. Los deberes se convierten habitualmente en esa eterna cosa pendiente y las frases que siempre pronunciamos de “ponte a estudiar” o “termina los deberes” o “no puedes jugar hasta que no hayas acabado” acaban estando presentes en todos los ámbitos de su vida y convirtiéndose en una amenaza constante.
Dependiendo de la hora a la que el niño llegue a casa por las tardes, así como del curso en el que esté y el nivel de exigencia del colegio, conviene planificar un horario de estudio diario que incluya entre una y tres horas de deberes y/o estudios diarios.
El horario que apliquemos no puede ser impuesto, sino que tiene que ser consensuado y pactado con el niño. Lo ideal es elaborarlo en conjunto, acordar y negociar tiempos de estudio, tiempos de descanso y tiempos de ocio; y dejarlo todo reflejado en una cartulina que este en su zona de estudio, colgada de un corcho o una pizarra. Una buena forma de conseguir que el niño se comprometa en el cumplimiento del horario es asegurarle que “estará prohibido estudiar en los tiempos dedicados al ocio” y que no le perseguiremos ni regañaremos para que estudie fuera de ese horario.
Se le deben hacer ver las consecuencias positivas de planificar, algo que le otorga a él más tiempo para sí mismo; y sería conveniente hacerle ver que se le premiará si se esfuerza por seguir su horario. Al principio es importante que nos esforcemos por reforzarle, pero, con el tiempo, irá obteniendo y viendo por sí mismo otros reforzadores aún más eficaces como la tranquilidad de llevar los deberes hechos a clase todos los días, evitarse broncas y notitas del profesor en el colegio, disfrutar de algo de tiempo para jugar todas las tardes, olvidarse de agobios por las noches, etc.
Los viernes pueden ser una excepción, un día especial, pero no el sábado y el domingo, ya que es imprescindible que también exista cierta rutina de estudio para evitar los agobios de última hora y las tardes de domingo insoportables. Evitaremos también problemas y nervios de último momento, evitando problemas de ansiedad y estrés desde edades tan tempranas. El fin de semana el tiempo dedicado al estudio puede y debe organizarse de manera que no interfiera en el tiempo de ocio. Es normal que el niño quiera levantarse más tarde esos días, pero no tiene por qué perder la mañana entera. Puede plantearse un horario tal que permita dos horas de estudio por la mañana y que deje tan solo una hora u hora y media para la tarde, cuando normalmente la concentración es más difícil.
El tiempo de estudio, no es un tiempo prolongado de atención constante. En función de la edad del niño y de sus propias dificultades, el tiempo de estudio ha de dividirse en espacio de entre 35 minutos como mínimo y una hora y media como máximo. Entre medias, se planifican también descansos de entre 10 y 15 minutos en los cuales es aconsejable levantarse, beber o comer algo, hablar con alguien, no ponerse a jugar con videojuegos u ordenadores; ya que estas actividades, dificultan que el niño vuelva a ponerse a estudiar tras el descanso, además de que consumen y sobreestimulan innecesariamente su atención.
Si nos tomamos en serio la enseñanza de estrategias de organización y planificación, tendremos que ponernos a ello de la misma manera, rutinaria y disciplinada, que ellos. Predicando con el ejemplo, nunca mejor dicho. Y siendo conscientes que una gran parte de aprendizaje proviene de todo lo que el niño observa e imita a su alrededor – el aprendizaje vicario, como se denomina en psicología. Tenemos que tener en cuenta que esto requiere también de un importante esfuerzo por nuestra parte.
No podemos olvidar que nuestro objetivo es distante en el tiempo y se construye lentamente. Es decir, no debemos pretender ver resultados en pocos días, sino con el tiempo y constancia. Que el niño adquiera las herramientas necesarias que le permitan fijarse en el futuro sus propios objetivos y conseguirlos es, una tarea difícil y de largo recorrido que se le hará muy cuesta arriba al propio niño si no le ayudamos fijando gradualmente pequeñas metas y objetivos a corto plazo que puedan ir siendo reforzados.
Recompensas para los niños de organizar bien el tiempo:
- Proporciona la seguridad de tener las cosas bien atadas.
- Reduce la tensión de tener cosas pendientes, al realizar las tareas lo primero.
- Libera de la sensación de que al día le faltan horas y de hacerlo todo en el último momento.
CLAVES SEGÚN EDADES:
Los niños, en infantil, aún se están familiarizando con conceptos como el espacio-tiempo. Por ello, para empezar a dirigirles en la gestión del tiempo, podemos utilizar un reloj de arena o uno con alarma. Así, especificamos una tarea fácil, como guardar los calcetines o recoger los juguetes, y mientras deben de cumplir con el encargo antes de que el último grano caiga o suene la alarma. Pon un tiempo razonable para que los niños puedan realizar la actividad sin problemas y felicita sus logros de realizar la actividad a tiempo. Esto puede ayudar a afianzar el cumplimento de ciertas actividades en el tiempo establecido y trae recompensas.
Los niños en Educación Primaria, aquí ya podemos hablar con ellos sobre la gestión del tiempo, su importancia y sus consecuencias. Alrededor de los ocho años, los niños saben entender lo que sucede cuando no hacen un buen uso del tiempo.
Cuando entramos en la adolescencia, lo más importante es el ejemplo. Advierte de las malas consecuencias que puede llevar no aprovechar el tiempo y pasarse el rato mirando las musarañas, como, por ejemplo: malas notas, prisas, castigos, etc. Si tu hijo no sabe administrar su tiempo puedes limitar la cantidad de tiempo que tu hijo pasa con sus amigos, viendo la televisión o en Internet. Hacer esto le ayudará a pensar sobre la gestión del tiempo y a alejarse de las distracciones.
En resumen, la gestión del tiempo es una herramienta que pocos niños manejan adecuadamente pero que a todos se les pide. Tener carencias a este nivel se traduce siempre en malos resultados académicos, desmotivación y pérdida de interés por todo lo relacionado con la escuela. Algo que es especialmente peligroso en una edad en la que la formación y el aprendizaje son fundamentales y requieren un altísimo porcentaje de tiempo en la vida del niño.
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